AMOROSOS PERO FIRMES

Nuestra lectura de las Escrituras de hoy proviene del Salmo 127:1-5:

“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño. He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del vientre. Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; No será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta.”

Oremos juntos:

Oh Señor, estamos muy agradecidos por nuestros hijos y por las bendiciones que nos has dado a través de los años por ellos. Padre, oramos para que nos ayudes a todos a ser mejores padres y abuelos a para con nuestros hijos. Esta es nuestra oración en el nombre de Jesús, nuestro Señor, ¡Amén!

Es una gran bendición el que Dios nos haya regalado a nuestros hijos. Sólo podemos dar gracias por cada hijo o hija que Dios nos da. No obstante, los hijos también representan un desafío. Los médicos que recibieron a nuestros hijos no tenían un manual de instrucciones. Jackie y yo tuvimos que tomar clases sobre cómo cuidar físicamente a nuestros hijos; pero, ya saben, tratar con el espíritu y la personalidad de un niño es otra cuestión. Al igual que otros padres, enfrentamos muchos desafíos con nuestros hijos. A veces eran traviesos, otras veces rebeldes y angelitos en otras. Los amábamos y queríamos darles el mejor hogar posible. Cometimos algunos errores, pero la Palabra de Dios, la Biblia, fue nuestra mejor guía.

Los padres tienen diferentes estilos de tratar a sus hijos. Algunos son permisivos; otros piensan que deben dominarlos. Lamentablemente, otros padres descuidan las mayores necesidades de sus hijos. Ya saben, cada uno de estos estilos de crianza tiene graves consecuencias para los niños. De hecho, los niños viven lo que aprenden; y la forma en que los padres los tratan influirá profundamente en cómo un niño ve y reacciona ante la vida.

Los padres permisivos tienden a ser cariñosos y comprensivos, pero son débiles a la hora de establecer y hacer cumplir reglas y límites para sus hijos. A menudo permiten que sus hijos se porten mal sin ninguna consecuencia. Todos hemos visto niños que eran realmente traviesos y luego tenían padres que no hacían absolutamente nada para detener su mal comportamiento. Un niño así es un terror. Sabe que puede hacer lo que quiera y salirse con la suya. Llega a comprender que las reglas y los límites no son realmente firmes y que puede modificarlas a su gusto. Tristemente, como sus padres nunca los han controlado, le resulta difícil controlarse a sí mismo. La Biblia dice en Proverbios 29:15 que: “La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” Nuevamente, Proverbios 29:17 dice: “Corrige a tu hijo, y te dará descanso y dará alegría a tu alma.”

Dios espera que los padres les pongan a sus hijos reglas y límites necesarios para evitar que se dañen a sí mismos o a los demás.

En su exhortación final a los israelitas, Moisés dijo:

“Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. Porque no os es cosa vana; es vuestra vida…” (Deuteronomio 32:46-47).

Amigos míos, debemos enseñar a nuestros hijos a tomar en serio la palabra de Dios. Tomarán a Dios en serio cuando aprendan a tomarlos en serio a ustedes como padres. Esto comienza temprano en la vida del niño.

Quizás recuerde al anciano sacerdote Elí que tenía dos hijos inútiles, que no conocían al Señor. Bueno, estos hijos llegaron a ser sacerdotes — eran egoístas, comían porciones de carne más grandes de las que debían y eran inmorales con las mujeres.

Elí los reprende:

“¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. (1 Samuel 2:22-25).

Cuando los niños no escuchan la voz de sus padres a una edad temprana, tampoco escucharán a otras autoridades. Todos tenemos que aprender a obedecer. Trágicamente, algunos niños crecen pensando que las reglas no se aplican a ellos. Eso lo aprenden de sus padres. Un niño desobediente desafiará a sus maestros, a la policía, a sus patrones y a cualquiera que intente ejercer autoridad sobre él. En primer lugar, la falta de respeto a la autoridad en nuestra sociedad refleja la falta de respeto de la autoridad en el hogar. Dios dice a los hijos: “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor” (Colosenses 3:20).

En su mayor parte, los niños no crean problemas; los revelan. Los padres que no pueden disciplinarse a sí mismos normalmente no pueden disciplinar a sus hijos. Si un padre y una madre no se sujetan ellos mismos, no pueden ejercer autoridad sobre los demás. Sólo cuando los padres se someten al Señor pueden ejercer una autoridad espiritual y física adecuadamente equilibrada sobre sus hijos. Los niños también son más felices y se sienten más seguros cuando tienen padres que con amor les dan reglas y pautas firmes que deban seguir. Estos niños tienen un mayor sentido de identidad y propósito en la vida. Ven el valor de hacer lo correcto. Amar la disciplina es una bendición para los niños.

La Biblia dice en Hebreos 12:5-11:

“Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

En segundo lugar, otros padres a veces tienden a ser demasiado duros con sus hijos sin brindarles el amor y el apoyo que necesitan. Con frecuencia les imponen a sus hijos reglas inflexibles sin explicación alguna. Estos niños suelen ser castigados y, en ocasiones, abusados, y no siempre saben por qué. Algunos niños crecen sin poder satisfacer a sus padres. Y cuando los padres esperan de sus hijos más de lo que estos son capaces de hacer, el niño crece sintiéndose un fracaso; y el más pequeño ante sus propios ojos. Bueno, esta dureza lleva al niño a retirarse por miedo o a rebelarse contra sus padres. Algunos niños se enojan tanto con sus padres que rechazan todo lo que tenga que ver con ellos. A menudo ese rechazo incluye la fe en Dios.

Dios dijo a través de Pablo a los Colosenses: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Colosenses 3:21). Con mucha frecuencia los padres automáticamente dicen que no a sus hijos cuando les piden algo; Los padres deberían escuchar atentamente y evaluar cada petición. Muchas veces, los padres cambian de opinión y crean problemas a sus hijos, quienes nunca saben qué esperar de ellos. Los padres y las madres deben animar a sus hijos, no desanimarlos. Los niños desanimados son presa de Satanás y del mundo. Cuando un niño no recibe el amor que necesita en casa, lo buscará en otra parte.

Si un hogar es verdaderamente cristiano, es un lugar de aliento. En un hogar así, el niño encuentra refugio de las batallas de la vida y encuentra la fuerza para luchar esas batallas y llevar las cargas del crecimiento. Encuentra en sus padres un corazón amoroso, un ojo que observa, un oído que escucha y una mano amiga que ayuda. No quiere ningún otro lugar porque el hogar satisface sus necesidades. Es en este tipo de hogar donde es natural que un niño aprenda a confiar en el Señor Jesucristo y a querer vivir para Él.

En tercer lugar, algunos padres simplemente descuidan a sus hijos. Quizás el fenómeno más triste de nuestros días sea el del “padre ausente.” Cuatro de cada diez niños nacidos en Estados Unidos nacen de madres solteras y tenemos que preguntarnos ¿dónde están los padres? Muchos niños hoy en día ni siquiera saben quién es su padre. Luego están los hogares donde el padre vive, pero no está disponible para sus hijos. Simplemente está muy ocupado con su trabajo como para tener tiempo para sus hijos. Una encuesta realizada en una ciudad, no hace mucho, indicó que los padres pasaban sólo treinta y siete segundos al día con sus hijos pequeños. Padres, pasen tiempo con sus hijos. Ellos los necesitan. Los niños anhelan saber que sus padres, por más ocupados que estén, tienen tiempo para ellos.

¿Qué clase de padre ignora a sus hijos? La Biblia en Proverbios 4:1-9 nos dice cómo un padre debe enseñar a sus hijos. Escuchen la palabra:

“Oíd, hijos, la enseñanza de un padre y estad atentos, para que conozcáis cordura. Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley. Porque yo también fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre. Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca; No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará. Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; Y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará.”

Padres, nuestras acciones hablan más que nuestras palabras. Cuando dedicamos tiempo a formar a nuestros hijos y ayudarles a crecer, lo agradecerán. Los niños aprenden valores, moral y prioridades observando cómo actúan sus padres y cómo reaccionan ante la vida cotidiana. Si los padres muestran un profundo amor y respeto por Dios, sus hijos se empaparán de ese espíritu. Pero, ¿cómo puede su hijo saber cuánto ama usted a Dios, si no se lo dice y lo demuestra pasando tiempo con él? Padres, la mayor bendición que le pueden otorgar a sus hijos es una profunda herencia de amor y respeto a Dios.

Entonces, la mejor manera de criar a los hijos es proveerles un cristianismo firme pero amoroso. Uno que no se doblegue a las presiones del mundo pero que permanezca lleno de amor y compasión. Un buen padre dice lo que dice la Biblia en Proverbios 23:26: “Dame, hijo mío, tu corazón y miren tus ojos por mis caminos.” Si quieren que sus hijos los amen y amen al Señor, deben ganar sus corazones con un cristianismo firme pero amoroso. Y cuando amen a sus hijos y vivan una vida modelo para ellos, ellos se deleitarán en sus caminos.

Los padres deben escuchar y ser pacientes mientras sus hijos les hablan. Les digo que un oído que escucha y un corazón que ama siempre van juntos. Pienso en la niña que le dijo a su padre: “¡Te tomaste tiempo para tenerme, pero no te tomarás tiempo para escucharme!” Hombres, sus hijos los evaluarán no en función de su capacidad para “engendrarlos” sino por su voluntad de criarlos. La vida no es fácil para los niños, especialmente para los niños cristianos. Sus problemas pueden parecerle a usted pequeños, ¡pero para ellos son enormes! Los padres cristianos deben escuchar atentamente y compartir los sentimientos y frustraciones de sus hijos, orar con ellos y tratar de animarlos. ¡Haga de su hogar el lugar más feliz del mundo!  

Los padres amorosos y firmes suelen tener un conjunto de reglas y límites claramente definidos que esperan que sus hijos tomen en cuenta. Ocupan tiempo para decirles a sus hijos por qué imponen estos límites y les advierten claramente cuando un niño ha ido muy lejos. No tienen miedo de disciplinar adecuadamente a su hijo por su mala conducta, porque conocen el valor de la disciplina. Y también brindan un gran apoyo y aliento a sus hijos. Les demuestran ese cariño físico y pasan tiempo con ellos. El padre amoroso y firme proporciona una combinación sana y equilibrada de control y compasión.

Ahora bien, un niño que cuenta con un padre así, suele escuchar a sus padres y a todas las autoridades. Aprende a amar a Dios y a creer en Dios. Aprende a comunicarse con sus padres y a encontrar la ayuda que necesita en tiempos difíciles. Él sabe lo que está bien y lo que está mal y las razones subyacentes; y de esto aprende el dominio de sí mismo.

¡Ah, es verdad! Los padres amorosos que educan espiritualmente a sus hijos les han dado la clave para una vida feliz y significativa. La Biblia dice en Proverbios 3:13-18:

 “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría y que obtiene la inteligencia; Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano y bienaventurados son los que la retienen.”

Amigo mío, creer y amar a Dios es lo más importante en la vida para usted y sus hijos. Entregue su corazón al Señor, confíe en Él, arrepiéntase de sus pecados, confiese su nombre y bautícese para que sus pecados le sean perdonados. Y luego viva según la Palabra de Dios. Lo mejor que puede hacer por sus hijos es vivir la vida cristiana.

Oremos juntos:

Señor, ayuda a cada padre a hacer lo mejor que pueda, a vivir una buena vida delante de sus hijos y ayúdalos, Padre, a conocerte. En el nombre de Jesús, ¡Amén!

Phil Sanders – In Search of the Lord´s Way – Octubre de 2009

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